miércoles, 2 de junio de 2010

Algo interesante sobre Rayuela

La aparición de Rayuela en 1963 fue una verdadera revolución dentro de la novelística en lengua castellana: por primera vez, un escritor llevaba hasta las últimas consecuencias la voluntad de transgredir el orden tradicional de una historia y el lenguaje para contarla. El resultado es este libro único, abierto a múltiples lecturas, lleno de humor, de riesgo y de una originalidad sin precedentes.



El amor turbulento de Oliveira y La Maga, los amigos del Club de la Serpiente, las caminatas por París en busca del cielo y el infierno tienen su contracara en la aventura simétrica de Oliveira, Talita y Traveler en un Buenos Aires teñido por el recuerdo.



y otrico:

Que Rayuela no es una novela corriente queda claro desde un primer momento: en la primera página, Julio Cortázar nos invita a seguir uno de los dos modos posibles para leer. Así, tenemos un primer libro, que se lee de la manera habitual, con la única peculiaridad de que no terminamos en el último capítulo (ni, por tanto, en la última página), sino en el número 56 (en total son 155). El segundo libro que propone el autor es tremendamente original, pues hay que seguir un "tablero de dirección", que nos lleva de un capítulo a otro hasta recorrer los 155, pero no de manera consecutiva; así, empezamos en el capítulo 73, de donde vamos al 1, de aquí al 2, de éste al 116... y concluye en el 131.



De este modo, Cortázar rompe con la hasta entonces ineludible obligación de acabar un libro cuando se acaban las páginas, y leemos sin saber cuándo vamos a terminar la historia. Esta ruptura con lo convencional hace de Rayuela una antinovela, pero no es lo único. Otra de las reglas novelescas de las que Cortázar se ríe es la de la trama: se supone que en una novela ha de haberla, que han de pasarle muchas cosas a los protagonistas y al mundo que les rodea, pero en Rayuela no es así. A pesar de la extensión del libro, la trama es aquí prácticamente inexistente (y aun así engancha como pocos).



Los capítulos del libro están divididos en tres partes: del lado de allá, del lado de acá, y de otros lados. El primer libro que propone Cortázar (el más normal) sólo incluye las dos primeras partes, y se leen en ese orden. En el segundo también se sigue ese orden, pero intercalando continuamente capítulos de otros lados ("capítulos prescindibles", según el propio autor).



En el "lado de allá", se narra la vida (en la que, insisto, no pasa prácticamente nada) del protagonista, Horacio Oliveira, en París. Asistimos con él a las reuniones del Club de la Serpiente, nos paseamos por la fría capital francesa de madrugada, observamos el amor poco habitual que existe entre él y La Maga... Cuando estamos "acá", lo vemos en Buenos Aires (su ciudad) junto a su amigo de juventud Traveler, que está casado con Talita, en quien Oliveira verá reflejada a su añorada Maga; y en el sofocante calor de la capital argentina veremos cómo Oliveira sigue renunciando a crecer y convertirse en un hombre como todos los demás refugiándose en la lectura, la música y el pasado... Los capítulos "de otros lados" son de lo más variado: el estribillo de una canción, una cita de un libro, un titular de periódico, más frases que amplian una conversación...



Leer Rayuela es escuchar jazz y tangos, tomarse unas copas o unos mates entre cigarro y cigarro, hablar de infinidad de libros, compadecer a algunos personajes y detestar a otros, pasearse por las madrugadas de dos ciudades tan distintas y hermosas como París y Buenos Aires... Leer Rayuela es también disfrutar de los innumerables juegos de palabras y con el lenguaje que hace Cortázar (como los cambios de registros, o la invención de idiomas), de su increíble facultad para combinar magistralmente momentos de un irónico sentido del humor (como la escena con la pianista, o la indiferencia con que algunos se toman el intento de suicidio de uno de sus amigos) con otros de un intenso dramatismo (como lo que ocurre con Rocamadour), de su inacabable originalidad (como en el capítulo 34, en el que según leamos las líneas pares o las impares tendremos uno u otro texto)...



Pero lo que más me gusta de Rayuela es que se trata de una (anti)novela inacabable, en más de un sentido. En primer lugar, porque si elegimos el "segundo libro" que propone Cortázar (es decir, si seguimos el tablero de dirección), no se llega nunca a un final, ya que el penúltimo capítulo nos conduce al último y viceversa. En segundo lugar, Rayuela es inacabable porque el lector puede inventarse sus propias combinaciones: al no haber apenas trama, podemos ir de un capítulo a otro según nuestro antojo. Cortázar nos brinda así la posibilidad de convertirnos (en parte) en creadores y "escribir" nuestro propio libro partiendo del que tenemos entre las manos. Esta posibilidad (que recomiendo encarecidamente) me resultó irresistible desde el primer momento y la he llevado a cabo en más de una ocasión, haciendo de cada lectura una distinta.



Rayuela también es inacabable porque por ella no pasa el tiempo, nunca se quedará desfasada, nunca ha habido ni habrá nada parecido a ella, y en consecuencia todo lo que se ha dicho y se dice sobre esta obra no es nada en comparación con lo que se dirá. Es una Obra Maestra con mayúsculas, que ocupa un lugar principal en el Olimpo de la Literatura, del tamaño de la Odisea, el Quijote, Fausto o Ulises, por poner unos ejemplos.



Pero Rayuela es inacabable fundamentalmente porque es una novela obsesiva, obsesionante, compleja, apasionante, y sobre todo imposible de olvidar. Sus conversaciones no desaparecen al cerrar el libro y sus personajes no se conforman con quedarse en nuestra memoria, sino que son de carne y hueso. A esto sólo le encuentro dos explicaciones: o bien Cortázar era un hechicero que creó un libro de cuyas páginas surge un mundo tan real para los sentidos como el mundo en el que estamos, o bien Cortázar era un genio que creó un libro cuya lectura nos convierte no en un mero observador, sino en un personaje más.

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